Nota: Ninguna de las imágenes es propiedad mía y al final de la entrada, aparecerán los sitios en dónde las hallé.
Empecemos:
De la peli:
Sí, solo sale Peeta, ¿verdad?, bueno, bueno, es mi culpa. ¡Estoy enamoradísima del tipo!, él es un perfecto ideal, es mi ideal, así, justo así y nada más y nada menos... ^_^ (jaja, que gracioso que mi chico de ensueño esté en un libro, ¿verdad?), sin mencionar que me siento muy identificada con lo que él dice: "No quiero que me cambien, (...) quiero morir siendo yo mismo", pero bueno, esto no es un momento filosófico, sino, un homenaje...
Seguimos...
En caricatura:
Necesité aire para recuperarme de eso, en el libro tres...
Que llamen a los agentes de la paz y nos lleven al orfanato —pensé—. O, mejor todavía,
que me muera aquí mismo, bajo la lluvia.
Oí un estrépito en la panadería, los gritos de la mujer de nuevo y el sonido de un
golpe, y me pregunté vagamente qué estaría pasando. Unos pies se arrastraban por el
lodo hacia mí y pensé: Es ella, ha venido a echarme con un palo.
Pero no era ella, era el chico, y en los brazos llevaba dos enormes panes que
debían de haberse caído al fuego, porque la corteza estaba ennegrecida.
Su madre le chillaba: ¡Dáselo al cerdo, crío estúpido! ¿Por qué no? ¡Ninguna persona
decente va a comprarme el pan quemado!
El chico empezó a arrancar las partes quemadas y a tirarlas al comedero; entonces
sonó la campanilla de la puerta de la tienda y su madre desapareció en el interior,
para atender al cliente.
El chico ni siquiera me miró, aunque yo sí lo miraba a él, por el pan y por el
verdugón rojo que le habían dejado en la mejilla. ¿Con qué lo habría golpeado su
madre? Mis padres nunca nos pegaban, ni siquiera podía imaginármelo. El chico le
echó un vistazo a la panadería, como para comprobar si había moros en la costa, y
después, de nuevo atento al cerdo, tiró uno de los panes en mi dirección. El segundo
lo siguió poco después y, acto seguido, el muchacho volvió a la panadería
arrastrando los pies y cerró la puerta con fuerza. (Los juegos del hambre de Suzanne Collins) (...)
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre este chico, Peeta
Mellark, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no
estaba condenada.
Desmotivaciones:
Esta fue mi reacción, cuando leí esto, la primera vez: "Esperen un minuto... (pausa para asimilar) ¿eso quiere decir que...? (pausa para continuar asimilando), ¡POR LA GRAN %&/%/%/%/! (ya lo asimilé)
Espero les gusten...
Fuentes: El cajón desastre V.I y Típico: Vas a una panadería y piensas "Peeta lo haría mejor" (página en FB)
¡Saludos!
1 comentario:
A mí también me encanta Peeta, gracias por las imágenes. Saludos ^^
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