"Siempre te reencuentras con quien amaste en el pasado"

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miércoles, febrero 02, 2011

Los rayos X del mediocre



(Editorial escrita por Marvin Galeas)

Comentario personal: No me gusta la politica y, da la casualidad que la mayoria de editoriales son sobre temas politicos; sin embargo, de vez en cuando, aparece alguno muy bueno, en donde se lee algo que no tiene que ver.

Que lo disfruten!

Miércoles, 2 de Febrero de 2011

Tiempos de mediocridad los que vivimos. Se nos quiere hacer creer que vale más la corbata de seda que la inteligencia. La popularidad conseguida a cualquier costo, parece ser un atributo más importante que la capacidad para resolver problemas concretos. El trinquetazo se ha puesto de moda como la más elevada forma de hacer política y negocios. Pero no. Puede que por ahora así sea. Pero no por mucho tiempo, porque la mediocridad es como el reflejo de la luna sobre el agua. Dura poco.

¿Quiénes son? ¿Cómo se reconoce a los mediocres? Ellos no caminan por temor a caerse. Prefieren arrastrarse. Van a la universidad no para aprender sino para conseguir un título. Creen a pie juntillas que ese pedazo de cartón es lo que los hace personas. Y para conseguirlo, nunca leyeron libros sino separatas y revistas. Copiaron e hicieron toda clase de fraudes y trampas para aprobar.

La solemnidad y los lujos son sus disfraces preferidos. Suelen decir, poniendo cara de circunstancias, que son "enamorados de la disciplina", "amantes de la verdad", "enemigos de la mentira"; "honrados hasta donde se paran". Mentiras. Los hombres y mujeres auténticos simplemente lo son. Siempre sospeché de esos tipos acartonados y solemnes. Para ellos, como decía José Ingenieros, imaginar que Sócrates o Einstein eran sujetos desenfadados que contaban chistes y bailaban es una herejía.

En el mediocre todo es apariencia y pantalla. Creen que disciplinas como Literatura e Historia son "temas de conversación". Memorizan, con dificultad, nombres de escritores, pintores y filósofos, para dejarlos caer en alguna plática de coctel, muchas veces de manera desafortunada.

Se mueren el día que no los invitan a la recepción de don Fulanito de Tal y sudan de emoción cuando ven su foto en las páginas sociales. En la oficina hacen sentir su podercillo humillando al subalterno mientras lamen la suela del jefe o de "El Hombre". En casa suelen aterrorizar a la afligida esposa y a los hijos. ¡Ay de aquellos que no los llamen por su título académico! Y luego se pasan el día pensando en qué hacer para no hacer nada.

No escuchan al que les habla por estar mirando el "blackberry". Prefieren mandar mensajitos que conversar mirando a los ojos. Los mediocres. Adoran la fanfarria cuando ostentan el poder. Pero los estatus symbol por fuera, reflejan claramente lo hueco por dentro. "Cuantitativo el pelo, la genial pesadumbre, el modo arriba", escribió César Vallejo.

Pero vos tenés metas claras, principios e ideales. No sos mediocre. Por eso cuando el temor al fracaso te invade y te tienta lo mediocre, debés pensar en Hernán Cortés quemando las naves después de una derrota; en Lee Lacocca haciendo prosperar una empresa en ruinas; en el pirata Morgan lanzándose al abordaje con un sable, una pistola y una Biblia apretada contra el pecho; en Juana de Arco sobreponiendo los ideales a la hoguera; en Beethoven componiendo a pesar de su sordera; en Colón lanzándose al desconocido océano.

Lo que verdaderamente nos realiza como seres humanos no es la fama y menos el dinero. Es el esfuerzo diario, la búsqueda constante de la perfección en nuestro trabajo, por humilde que sea. No importa, pues, si somos carpinteros, periodistas, maestros, músicos o empresarios. Lo importante es hacerlo bien.

Cuando aceptamos el reto, cuando enfilamos con entusiasmo a cumplir con nuestros objetivos, cuando nos proponemos en dejar un legado, cuando asumimos la responsabilidad de nosotros mismos, cuando desafiamos las dificultades, seguramente saldremos adelante. Pero si en el esfuerzo tenemos caídas temporales, sangraremos un poco, limpiaremos nuestras heridas y seguiremos caminando.

El mediocre quedará en el camino, culpando a todo el mundo de su desastre. En estos tiempos de pura pantalla plana y redonda, hay que acerar nuestros nervios, fortalecer el carácter, despreciar las pequeñas adversidades y apretar los dientes para superar las grandes tempestades. Pueda ser que por un golpe de suerte loca, los mediocres, los mentirosos, los simuladores, los que construyeron su falsa respetabilidad en base al engaño y la simulación, se sientan impunes. Poderosos. En verdad son castillos sobre arena.

Estos tiempos de mediocridad y de adversidad, cuando nada es lo que parece, nos demanda mayor fortaleza de espíritu. No dejarnos impresionar por los relumbrones del oropel y el latón. No desalentarnos. Siempre hay luz al final del túnel.

Columnista de El diario de hoy.

Fuente: El diario de hoy. Editorial. El Salvador.

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