"Siempre te reencuentras con quien amaste en el pasado"

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jueves, mayo 24, 2012

Sobre la discrepancia moral

¡Buenos días, gente bella! El día de hoy - y como siempre - gracias a mis suscripciones en muchos temas, me he encontrado con dos que me gustaría compartir con ustedes en la sección psicológica del blog y sobretodo, porque ambos temas me interesan de manera particular. Les dejaré como siempre mis comentarios en cursiva y pondré las fuentes respectivas de los artículos.


Aquí vamos:



Moralidad: la discrepancia entre lo que decimos y lo que hacemos.


El psicólogo Lawrence Kohlberg postuló una de las teorías más conocidas y aceptadas acerca de la moralidad, los estadios del razonamiento moral, que van desde la obediencia a la autoridad hasta el actuar en función de principios éticos universales (de más está decir, no toda la gente alcanza los últimos estadios). Los experimentos clásicos de obediencia a la autoridad de Milgram, el de la cárcel de Zimbardo y el de conformidad de Asch mostraron que la moralidad que defendemos de palabra puede perderse bajo el peso de un contexto o una situación particular.
En esta línea, el blog Mirzán publica una reseña sobre un estudio publicado este año acerca de la moralidad, y cómo lo que hacemos no siempre concuerda con lo que decimos:
Buena parte de la ciencia moderna del razonamiento moral se basa en estudios con escenarios morales altamente estilizados, tales como los célebres “problemas de tranvía” en los que se invita a los sujetos a escoger entre distintos dilemas hipotéticos. Mientras que una mayoría de personas consideran moralmente aceptable salvar la vida de cinco personas a cambio de matar a una si lo que se requiere es apretar un botón que desvía la trayectoria de un tranvía sin control, una mayoría rechaza que sea moralmente aceptable empujar a una persona por un puente para detener la trayectoria del tranvía que mataría a otros cinco, aún cuando el resultado del cálculo utilitario sea idéntico en ambas situaciones. Esta divergencia se ha explicado en ocasiones apelando a una supuesta “aversión a dañar a los demás” profundamente implicada en nuestra naturaleza, hasta el punto de que trascendería culturas e incluso especies.
Un estudio de varios investigadores de la universidad de Cambridge, que acaba de aparecer en Cognition, arroja sombras sobre estos supuestos. Si no dañar a otros es una norma universal, y profundamente biológica, ¿Cómo explicar la aparente incongruencia de que la historia humana esté tan corrientemente salpicada con ejemplos de personas que dañan a otras para conseguir beneficios? ¿Hasta qué punto los escenarios morales estilizados reflejan el comportamiento moral real de la gente? Es tentador preguntarse si son “psicópatas” los responsables de terribles desastres que dañan a millones de personas, como la actual crisis política y financiera, o sólo personas corrientes que actúan en un entorno de incentivos egoístas.
[...]
Lo que hacemos no es lo que decimos, especialmente si hay ganancias factibles de por medio. Según los autores, los datos sugieren que “nuestras creencias morales podrían poseer un impacto mucho más débil en nuestra toma de decisiones si el contexto se enriquece con fuerzas especialmente motivadoras, tales como la presencia de una ganancia significativa. Esto plantea cuestiones sobre si las decisiones morales hipotéticas generadas en respuesta a escenarios fuera de contexto son una buena muestra de las elecciones morales reales”. 
Zimbardo aclara que, aunque esta es una visión situacionista del comportamiento humano, no es excusa para eximir a alguien de su responsabilidad por un comportamiento aberrante o dañino hacia otros. El darnos cuenta de que una situación puede sacar lo peor de nosotros es señal de que comportarnos moralmente no necesariamente es algo automático, por lo que debemos estar siempre alerta a nuestro propio entorno y a nuestra propias acciones.
¿Cómo es posible que con la misma educación, la misma alimentación, el mismo aire respirado existan personas tan opuestas: el monstruo y el héroe? La locura es la explicación que nos salva, que permite pensar: ‘yo nunca lo haría’, ‘mis hijos nunca lo harían’. La locura es la explicación que lo cubre todo, que evita y aplaza las preguntas incómodas, las que carecen de respuestas. 
No solo es un problema de las instituciones, o de unos políticos extraviados, es un problema ciudadano. La misión principal es que cada uno vigile el monstruo que habita en él. 
Fuente: Psicoloquio 


Comentario personal:


Sobre el contexto: Como dice el estudio, hay muchos, muchos factores a tener en cuenta en esto de la moralidad de las personas. Si bien es cierto, que una persona A que dice que hará el "bien", algo así como salvar a alguien B en momentos de crisis, en la situación determinada podría hacer todo lo contrario y salvarse a sí mismo, podría explicarse quizás como que tenía un concepto equivocado de su propia persona (una imagen irreal de él mismo) o que al final, le ganó el instinto de supervivencia o que, si la persona a la que había de salvar (sujeto B) es conocido de él o ella, también puede que en el último momento, se decante por una pequeña "venganza" o que dicha persona (nos referimos al sujeto B) no sea tan importante para él o para ella como el mismo creía (sujeto A) o como se lo hacía creer al otro o a los demás. 


Esto es simplemente un pequeño ejemplo. 


De nuevo y como en muchas aspectos de la psicología (y de las ciencias humanas en particular) hay que tener en cuenta el contexto (es decir, los diferentes aspectos que pueden hacer que un comportamiento o pensamiento sea dado, tanto si son varios los que propician dicho comportamiento o pensamiento, así como el grado de influencia de cada uno de ellos y también, la predominancia de uno de ellos - o de dos de ellos - o de todos - no entro en ese bache, ¡gracias! -) antes de tomar una determinada postura ante alguien o algo (y no pienso meterme en esas cuestiones de si es moral o no, tomar una postura - suficiente con el enredo que les estoy declarando, ¡gracias!). En resumen y al grano, esto es lo que yo pienso (y he aprendido, siendo una estudiante de psicología) ES, ES, ES realmente importante para lograr comprender al ser humano - si de verdad se quiere llegar a comprender en un 10% o menos apenas - tomar en cuenta en donde está inserto (me refiero a su ambiente), así como las cuestiones que puedan afectarle (tales como mecanismos internos biológicos o psicológicos)  tanto dentro como fuera de él mismo. Si no se logra eso (o por lo menos intenta) no se puede esperar una comprensión verdadera y más bien, sería una visión miope o ciega de la persona y de sus acciones. 


Ni siquiera voy a ponerme a hablar sobre qué tanto debemos permitir que se nos influya y si de verdad lo permitimos tal y como lo declaramos o los hechos demuestran todo lo contrario (lo hago por el bien de ustedes, o los aburriría). 


Sobre el monstruo que llevamos dentro: El último párrafo me resulta precioso, nos habla sobre un monstruo que llevamos dentro y sobre como debemos tener cuidado de que no domine sobre nosotros. La literatura expresa de forma maravillosa esta dicotomía en el relato: "El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr Hyde" de R. L. Stevenson. 



Todos, todos, todos, hemos tenido cierto placer en hacer algo malo - ver, oír o el sentido que quieran usar - , pero, tal y como sucede en la novela, nos restringimos gracias a las normas de la sociedad o normas impuestas o a muchas otras cosas. 
Ahora, para comprender a aquellas que caen presa de sus "instintos más bajos" - término entre comillas - de nuevo, de nuevo, hay varios factores que debemos tomar en cuenta para comprender la complejidad de un comportamiento, en este caso, llamémosle psicópata, para referirnos a lo que resulta aberrante para las normas de la sociedad o cuando se llega a un extremo chocante - por decirlo así. Varios de los factores que pueden mencionarse están: enfermedades mentales (sí, pero, no todos los que tienen enfermedades mentales son propensos a comportamientos psicópatas o a causar grandes males, de hecho, solo el 1% de ellos, aclarando), obsesión (que es la fijación de tener o efectuar algo, no importa que debemos hacer o sacrificar para conseguirlo, PERO, que en el camino, nos destruye a nosotros mismos, a las personas que queremos y a terceras personas, eso es obsesión), o cierto placer morboso liberado ya de las ataduras de la sociedad o incluso, ciertas circunstancias biológicas (como estructuras límbicas más pequeñas) o psicológicas como traumas y venganza. 

De nuevo, volvemos a la misma conclusión, es importante comprender el porqué detrás del quién, aún así, y como dice el artículo, no estoy justificando nada, solo estoy explicando las razones de, al fin y al cabo, lo que yo considero es una opción bastante básica y simple, que hace que todo tomemos responsabilidad: nosotros siempre podemos tomar una decisión, porque siempre hay dos caminos y nosotros y el camino que escogemos, así como acatar lo que es nuestra responsabilidad y enfrentarnos a las consecuencias de nuestras decisiones. Porque así es la vida. (Esta es una excepción especial a las personas que no pueden hacerlo... - pero solo a ellos)

Espero no me crean chalada y espero no haberlos aburrido tampoco...

¡Saludos, gente linda!



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